miércoles, 1 de julio de 2009

Nuevas Aguas...

Empiezo de cero. Lejos. Qué importan los kilómetros. Nuevos territorios, y yo con ganas de volar en un espacio tan pequeño.

Lanzarote es reducido, pero parece agradable. Parece ayudar a no pensar, aunque no siempre se consigue...
¿Imposibilidad? Añoranza...

Más, ¿dónde queda el recuerdo cuándo creemos perderlo?
¿Quién es el que inicia nuestros actos cuando imaginamos hacer lo correcto?

A VECES no somos los mismos, encerrados en un cuerpo...

Y me he descubierto llorando en más de una ocasión, anhelando, sin respiración de consuelo.
Los paseos en la lluviosa ciudad, qué bendita nocturnidad de la mano con Luna.
Aquí sí, también brilla, pero aún no me reconoce y he perdido sus saludos, sus lamentos...

Aquí, sí, pero... este lugar no llueve más que mares.
No parece recordar.
Y hay tanto...
La nostalgia crece y me voy quedando sin lágrimas. Tampoco tengo quien las recoja de la arena, quizá el Mar, algún día...

Cuánto de lejos está la otra isla de mis sueños. Y en ella, mi mayor esperanza para calmar las penas, para colmar mis venas de nuevo con el elixir. Con la melancolía tan nuestra, unida a la maldita ciudad -¿odiada, querida?- .

Espejos de cristal...
Y las playas sonríen, tan poco... Tan sólo me sienten de verdad en su interior cuando estoy entre el agua cristalina que todo lo rodea, entre los miles de peces que ya aprendo a nombrar y a distinguir.
Bautismo sub-Marino: última novedad.

Primera cita, segunda isla, tercera Soledad.
Cielo de mil tonalidades como telón de ocaso, muriendo sin danza.
Veneno para el agua.
Delirios desde la ventana que me observa al dormir...
(...Y las figuras siguen paseando en mis sueños)

La familia siempre seguirá unida. Duda de su existencia, y explicarás la teoría sin demasiada complicación. Qué parejos somos, cuánto tiempo sin vernos...
Nuevas Indias, lo que fue tierra en la vieja Pampa Argentina.

La conversación (telefónica) me dolió como jamás empuñé un arma y cualquiera diría que lo hice en aquel instante. Y ni siquiera hicieron falta palabras para entender todo lo que nos queríamos decir...

Hay una vieja canción que no deja de resonar en mí, palpitando las sienes, escupiendo su letra sin piedad.
¡Y sólo puedes callarla!
¡Y sigues sin estar!
...

Qué lejanía en mi contra por primera vez acuciante en mi ser.
Parezco darme cuenta.
Y ahora serían las 0h, pero aquí no son más que las 23h del mismo día.

Ay, todo es tan irreal...

Y esta isla no me pertenece, pero aún permaneceré aquí, por lo que pueda aprender y no desecharé ahora, en serena constancia con el aquí...

No sé qué pintamos, qué escribimos, qué hacemos, qué observamos en el mundo, pero si no fuera por nosotros...
¿Quién sería el autor?

Playa Blanca, Yaiza.
Lanzarote.