miércoles, 30 de septiembre de 2009

GreDios again con circular al Morezón

Este lunes 28 de septiembre Rafa, mi primo Mario y la misma que escribe nos plantamos en Gredos con la idea de intentar alcanzar la cumbre de la Galana, tan huidiza en mi caso.
Visto el día y las ganas toda apuntaba a que tiraríamos para allá, sí. Pero no, cuando llegamos al Mirador de los Barrerones, el Almanzor y la propia Galana se empezaban a cubrir por unos nubarrones que no presagiaban nada bueno y que claro, nos tiraba un poco para atrás la idea.

Así aparecía mi querido circo gredense, al que desde mayo no visitaba


Estando allí, y puesto que teníamos ganas de alguna cima cercana e intentar evitar el posible chaparrón, empezamos a plantear ideas en el Mirador, donde a Mario le fuimos poniendo al día en cuanto a nombres, picos y cimas, curiosidades varias de la sierra, etc. mientras estas dos amigüitas, después de algo más de tres meses, volvían a reencontrarse.

Azofaifa y Rafaela en dicho reencuentro con el circo de Gredos al fondo




Tras este maravilloso y vacuno abrazo que nos hizo saltar la lagrimita... También nosotros queríamos ser retratados

Y Azo (que parecía ir de gala con su bandera tibetana blanca) me susurró al oído -no sin cierta timidez- que le hiciese una foto con su amigüito Bolel

Y nada, decidimos tirar para el Morezón, y ya por allí indagar algo. Aquí, un mar de piornos con la cumbre del Cabeza Nevada a la derecha.

Según íbamos avanzando y ascendiendo, más rebaños de cabras separados por sexos, nos iban apareciendo y dando la bienvenida de nuevo a uno de mis macizos favoritos. Aquí, las hembras y las crías con un maravilloso fondo.

Y mientras, también fotografío a Mario y a Rafa. Olé!

Y sin tardar mucho más, llegamos a la cima del día: Morezón y sus 2.393m de altitud.
Qué alegría volver a estar en "casa". Y encima, estrenamos cruz, que está recién reconstruida.

Desde luego el día, iba a dar tregua. Y las vistas, mágicas. Más especiales aún que la última vez, pero sin nieve. El mejor mirador del Circo, sin duda.



Plantamos allí los culos un buen rato deleitándonos con el paisaje, y de paso, haciendo nuevas amigas. Éstas cabras de Gredos cada día comen más y temen menos...

Y seguimos avanzando, ya de bajada. Un zoom a la zona sur de la sierra: Galayos.

Y yo que iba haciendo de guía, poco me equivoqué. Bajamos unas lomas con piedras y con sendero marcado y en breves alcanzamos las hermosas ruinas del antiguo refugio del Rey

Le echamos un vistazo rápido, y continuamos hacia el Puerto de Candeleda, y a pesar de que había bastantes toros por la zona, hicimos acopio de unos buenos pares de... (ovarios en mi caso), y atravesamos toda la llanura mientras éstos no nos quitaban ojo y Azo y Rafaela parecían nerviosas.
Aquí, echando un vistazo atrás. Arriba el Refugio derruido y abajo, algunos (que había muuuchos) toritos guapos!

Y unos metros en llano hacia el frente, observamos el mega hito del Puerto de Candeleda, y nos acercamos para observar por allí el percal

Nos entretuvimos tirando medio hito y reconstruyéndolo a nuestra manera y sin querer lapidamos a Rafaela y Azo, que estarían haciendo manitas, seguro. No son listas ni na!
Y después de rescatarlas, nos hicimos más fotos grupales.

La expedición de la Mariquita al poder! Ya nos imagino en invierno...

Y ya, sin saber muy bien qué hacer o por dónde tirar a pesar de ser bastante pronto, pues decidimos volver a la Plataforma por el valle.
Aquí, restos de la antigua estación de esquí (creemos...)

Y el propio valle

Un día estupendo donde al final acabamos en manga corta y sudando la gota gorda, una compañía como siempre adorable, y un regreso tan inesperado como espectacular al mejor observador de todo el Circo de Gredos.
Una ruta circular al Morezón, que no supo nada mal a pesar de que la Galana se siga quedando sin ser conquistada. Veremos el próximo intento...

Nos vemos desde Camino de Santiago.
Hasta pronto.

jueves, 24 de septiembre de 2009

¡De vuelta!

El día 22 regresé a Madrid, después de tres meses en Lanzarote vuelvo a transitar (por corto espacio de tiempo) mi Ciudad favorita.
Parto el día 1 de octubre a La Rioja, al pueblo de Sto. Domingo de la Calzada para iniciar mi labor como hospitalera en el albergue Casa del Santo, dentro del Camino Francés a Santiago.

Tengo ganas de “volar” de nuevo. La isla resultaba ya en cierta forma opresiva. Y más a mí, con mi forma de ser tan activa e inquieta. De momento me gustaría poder disfrutar de la montaña, e intentar escaparme a Gredos será más que necesario o al menos, mínimo un día por la sierra de Guadarrama, que sin ser GreDios, también es una maravilla tenerla tan cerquita.

En este paréntesis tan diferente en la isla me ha dado tiempo a leer libros como El Retrato de Dorian Gray, De Profundis, El Salón de Ámbar, El Traje del Muerto, Otra Vuelta de Tuerca, volver a releer lo menos ya por 4ª vez de nuevo Las Desventuras del Joven Werther, Juan Salvador Gaviota, Ilusiones y aún sigo enamorándome de las catedrales en Las Rosas de Piedra.

He aprendido a cocinar (algo más) aunque me sigue sin gustar, a disfrutar aún más de cosas efímeras y “pequeñas” como los atardeceres frente al mar con el perro del vecino (el del chalé en Las Rozas) y que adoras, los amaneceres desde tu propia ventana que jamás defraudan, aunque esté muy nublado y aquí en Lanzarote (ya echaba de menos cielos grises avisando tormentas) no llueva nunca, y que por ello los ingleses cuando lo hace alguna vez, de las poquísimas veces que lo hace al año con cierta intensidad, consiguen enfurecerse e incluso, los más susceptibles, reclamar el dinero (menuda cara!) de su estancia en el hotel o villa, para más tarde marcharse a Inglaterra en el primer avión disponible. Será que echan de menos la lluvia y los eternos cielos grises de su otra isla inglesa.
He recorrido la isla al menos siete veces completa en coche, y por partes más pequeñas cuando el tiempo no era el suficiente… ¡A saber!

He entrado a la impresionante Cueva de los Verdes y he visto los cangrejos albinos únicos del mundo en los Jameos del Agua. Me he negado a pagar, aún siendo precio estúpido de residente canaria (4€ como mucho), en el único Parque Nacional que te cobra entrada: el Timanfaya, que ya desde el propio término del Parque y desde sus dos carreteras, se ve bastante bien y me hago una idea de su curioso (más no puedo decir bonito) paisaje, tan desolador, cual paraje lunar en ruinas pedregosas negras.
He visto simulacros de erupciones volcánicas, conocido a gente que trabaja estudiando los mismos volcanes, a canarios pocos y a muchos peninsulares con muchas ganas de fiesta, a pesar de ser una isla tan tranquila...
Qué estrés tenemos los que habitamos el continente a comparación. Y qué desesperante era el tener que esperar más de una, más de dos y hasta más de tres semanas para conseguir papeles de residencia, de empadronamiento, de contratos, de la ETT… Todo aquí es una eterna temporada estival, no sólo por motivos del tiempo atmosférico.

Que estoy predestinada a no realizar nunca submarinismo a pesar de los mil intentos desde los 16 años ya. Que lo único que he practicado ha sido snorkle (como sieeempre), y aquí con mucho más entusiasmo (que en la fría Coruña) ya que era lo único que he podido hacer en el agua, pues los cursos de submarinismo al final no los realicé porque Sergio se fue a Almería y me fastidió el negocio de hacerlo por dos duros en su Dive Center.

He aprendido muchísimas cosas, en diferentes ámbitos de la vida, por si no era suficiente (y nunca suele serlo). He tenido dos puestos de trabajo, que cambié por mejoras laborales, de conserje o guarda nocturna a socorrista-piscinera-camarera. Sí, todo junto queda mejor.

He aprendido también, que sigo siendo y sintiéndome tan libre para decidir y que no me gusta atarme a nadie ni a nada. Que las despedidas –esta vez, fue en un puerto del sur- no siempre son amargas, si no esperas nada más del lugar, y en cierta manera, de la persona, más en la distancia.

Que la amistad aquí existe detrás de unas cervezas con limón y unos chupitos con hielo. Que el Arehucas no es mal ron a pesar de parecer el único de la isla.
Que aquí no se fía porque con la amistad no se juega, y con los coches de matrícula de GC menos (en nuestro coche por suerte eso ya no aparecía y es que me debería dedicar a ser chófer profesional. Qué calidad en el compromiso tengo… Y a veces, hasta a la fuerza).

Que aquí la “montana” o acantilado más alto tiene 670m, aparente lo que aparente desde abajo, precioso eso sí, y que las fotos desde cumbre siempre serán dominadas por las nubes, vamos, que no verán apenas qué has subido o por dónde. Aunque siempre se verá agua, aunque estés en mitad de la nada y a oscuras. Agua, siempre. Y no siempre será el Mar, se sepa.

Que los mosquitos no te pican, llegan a violarte; y en la playa es mejor no dormir: contar estrellas y olas es mucho más divertido y si es con pies mojados ¡mucho mejor!

Los barcos abandonados siempre tienen su peligro, más si están en la superficie del agua desde los años 80, y aunque seas buena nadadora y te toque salvar en dos ocasiones al perro del vecino (el mismo del chalete, sí) es mejor no meterse en zona donde no todos llegan. Y si tu chico te tienta, tampoco es bueno moverse de la playa y las rocas porque después también te tocará salvarle a él… (y ahora no me río, vale? Fuerteventura queda lejos y no me oirás). Es que me tomé mi puesto de socorrista muy en serio, sólo es eso.

Y mejor pensar en verde, y no por la Heineken que aquí seguro está caliente por lo que tardan en servirte, si no por el bellísimo lago verde del Golfo. Daremos gracias a la olivina no siempre oscura de volcán, que el negro ya quema demasiado el paisaje…

Que me encanta conducir pero solamente con el riesgo de quedarme en un momento u otro sin gasolina (si no la emoción desiste), y que me puede pasar hacer noche en una gasolinera al norte de la isla, en la otra punta de mi casa (Playa Blanca, en pleno sur), porque éstas siempre las encontrarás cerradas o directamente, no hay nada más que piedras negras de volcán a tu alrededor.

Que la escalada SÍ existe en la isla, y tonta de mí, pero me enteré muy tarde para darle a la roca, y que al rocódromo tampoco podía entrar porque no estoy federada y encima te cobraban 5 eurazos. Así que ni siquiera a la falsa piedra pude acercarme.

Que Eva Amaral y Juan Aguirre conocen la existencia de las islas y dieron un concierto (al que no pude ir) en Tenerife.
Que siempre tendré canciones que no podré escuchar en ciertos momentos aunque me empeñe en hacerlo. Que un tal Pit Bull o algo así ha sido el éxito del verano, al menos siempre estaba haciéndonos “bailar” en los bares y garitos.

Que la música en directo y en vivo te acerca a los músicos de rock. Y qué músicos… (sin celos Bibiana, que también a ti te nombro, y a tu Italia natal también)


Y bueno, que todo esto quizá no sean más que vivencias de un verano mágico (e independiente como aquel inglés y encantador) en el que todo lo que he añorado aparte de Madrid y a mi gente de allí (de siempre, de montaña, y por supuesto familiares y demás), es a esos veranos pasados siempre junto al Mar Mediterráneo, y que aunque ahora me dé por cambiar los mares por océanos y el centro por norte o sur, todo tiene un punto de inicio y un final, y no es otro que en definitiva, el Mar azul.

(Y la –mía- Valencia que levantó los cimientos, ahora también sonreirá aunque sepa que ya no coloreo sus pilares con tanto énfasis)

Y que sea como sea, siempre recordaré con cariño Canarias (volveré pronto y quizá de nuevo para quedarme, sólo que en otra isla, lo sé) y Lanzarote, por supuesto. Y gracias a los compis, a mi primo por permitir que una okupa sin rastas ni cresta se quede con él y por compartir tantas cosas en común, y a los “más que amigos” que lo han hecho posible de manera tan querida.


Hasta siempre, Lanzarote.