jueves, 4 de junio de 2009

GreDios: Cinco Lagunas, Lagunillas y Cuerda Barquillos

Viernes, 22 de mayo

Algo me comentó Celia en Peñalara, y ya me lo confirmó Víctor en el foro: tocaba finde en Gredos y es que ya había ganas por todas partes e iba siendo hora de nuevo. Al final nos juntamos cuatro valientes: Celia, Víctor, Jose y yo. Y por fin llegó el viernes, día en que fuimos para allá. Tras no saber ni dónde tiraríamos, viendo que podría hacer tormenta durante el fin de semana, mirando zonas menos conflictivas con la meteorología y sin nada en claro, en el mismo viaje de ida decidimos ir al circo de Cinco Lagunas, no sólo por su brillantez y majestuosidad, por sus mil opciones para realizar dentro de él, si no también por la gran cantidad de chozos y refugios libres dentro de la zona, así también nos ahorraríamos el peso de las tiendas.


Y no sé a qué hora llegamos a Navalperal de Tormes, donde aparcamos el coche, y tampoco sé a qué hora empezamos a caminar, pero el atardecer estaba cerca y eso era ya era notorio.

La primera parte de la ruta, unos cinco kilómetros o así, hasta la pradera de la Garganta del Pinar, la hicimos sin mayores problemas, y aunque con peso, tiramos ligeros y sin frenarnos. Pero a la que oscureció del todo, con frontales ya en la nuca desde hacía unos cuantos minutos, irrumpió una ligera tormenta, por suerte no muy brusca (aún) pero que algo molestó, y para colmo no encontrábamos sendero por ningún lado y el piorning, deporte que en breves llegará a ser olímpico en Gredos y muchas zonas de Ávila se hizo insoportable.

Vislumbrábamos las gotitas de llovizna entre las luces del frontal y los metros que éste alumbraba por delante, donde a veces también como por arte de magia, aparecían ante nosotros los ojos brillantes y curiosos de las cabras, muy cercanas y amables por esta zona.


A eso de las 23:45h llegamos al Chozo La Barranca,

donde pasaríamos la primera noche. Y tras cenar algo, cambiarnos y acomodarnos lo mejor que podemos, nos metemos en los sacos para intentar dormir y descansar.



Sábado, 23 de mayo


Tras por mi parte no pegar ojo, pasarme media noche escuchando música removiéndome en el saco, la otra media mirando por el angosto ventanuco escuchando la tormenta y sacudiéndome los pensamientos con los truenos y la lluvia que sacudió toda la sierra, para más tarde ver el amanecer que dotó al cielo de la más absoluta negrura al aplastante día plomizo, húmedo y grisáceo que nos acompañó sempiterno casi toda la jornada, y pasando bastante calor, amanece Víctor que fue el primero en levantarse, y yo después de agradecer en silencio que por fin se acabara aquel pequeño infierno de noches eternas que suelo sufrir cuando decido pasar noche/s en la montaña… Nos levantamos y comenzamos a prepararnos tras un energético y rico desayuno para partir.


Hace frío, y empezar –más después de una larga y no dormida noche- siempre resulta perezoso, pero poco a poco vamos ganando altura y ya empezamos a deducir que el día, pocas ganas tiene de escampar y menos de dejarnos otear en condiciones todo el circo. Aún así, nosotros a lo nuestro que es andar y andar.

Alcanzamos Majalaescoba, aún más hermosa, silente y verdosa que la primera vez (justo hacía una semana), y nos hacemos la primera tanda de fotografías grupales del día, cada uno con su propia cámara.

Continuamos, y tras los riscos típicos, y colocarnos el chubasquero...

...pues ya empezaba a caer, vemos la laguna Bajera y nos vamos acercando a las otras cuatro: Brincalobitos, Mediana, Galana y Cimera, donde había unos pescadores que habían pasado noche en una tienda y charlamos unas palabras con ellos, entre otras cosas el mal tiempo de la noche, la maldita tormenta que parecía no querer alejarse y la ocurrencia de haberse venido aquí a pasarla…

Les dejamos a sus quehaceres y nos despedimos, no sin antes parar a comer algo entre unas rocas, hacernos más fotillos de grupo, y decidir qué hacer, pues no estaba el día para muchos bollos u opciones.

Cel tenía una ampicha -más vulgarmente conocido como ampolla- enorme en la planta del pie y eso también era a tener en cuenta. Comentamos posibilidad de ir por la Portilla del Rey y pasar al circo de Gredos, durmiendo en el refugio Elola, pero al no tener reserva y ser un refugio guardado eso rápido lo descartamos (además buscábamos soledad y serenidad y allí no la encontraríamos demasiado), alcanzar el cordal y volver a bajar por la Garganta de Gredos, donde también hay dos chozos para resguardarnos y pernoctar, pero tal y como estaba el día de niebla, lluvia y mal tiempo, no queríamos meternos en algún embolao más serio. Al menos ya habíamos llegado hasta ahí y bueno, siempre teníamos la Barranca de nuevo para nosotros si el tiempo no mejoraba…


Comenzamos la vuelta, no desanimados pero tampoco muy victoriosos, y Jose comentó que para no hacer el recorrido idéntico, podíamos bajar por una canal (sin mucha nieve y toda pedrera) que sale entre las lagunas Galana y Cimera y alcanzar la Hoya de las Berzas, así al menos sería una pequeña circular a Cinco Lagunas.

La canal y más entre la niebla, resultó espectacular y no demasiado larga. Entre medias, nos encontramos con una salamandra de las guapas.

Al volver a La Escoba, paramos a comer largo rato e incluso a intentar echarnos una siestecita y sé de uno que se la echó pero de verdad (eh ¿Encordados? jeje), y total, como ya no teníamos nada de prisa, era pronto y el chozo estaba ahí al lado, ¿qué más se puede hacer si no es disfrutar y relajarte en un lugar así?

De pronto, Víctor nos dio: “LA IDEA”. La tuvo, sin más, y sólo haciendo algo de memoria dado que es un experto conocedor de Gredos y montañero. No fue nada premeditado, ni siquiera habíamos hablado o pensado esta posibilidad. Podíamos cruzar el río, ir remontando la cuerda conocida como Los Barquillos, y llegar a la zona de Las Lagunillas, de ahí pillar otra pequeña pero empinada canal hasta el cordal principal y más alto ya en ese punto, y hacer noche en el Regajo Alto, otro chozo que no conoce por dentro pero que siempre había visto muy grande por fuera.


Y así hicimos, Cel hizo el último esfuerzo con su ampicha y tiramos toíto parriba los cuatro. Tras no pocos esfuerzos en encontrar un lugar donde poder pasar el río sin muchas dificultades, sin posibilidad de caernos o pegarnos un buen trasterazo y mojarnos, ya que éste bajaba aún más crecido que la anterior semana, conseguimos cruzarle a los pocos minutos, y ya de ahí, tirar hacia arriba por un mar de piornos insufribles y malévolos que parecían querer cortarnos el camino que teníamos que recorrer.


Alguna foto, miradas atrás, hacia abajo y hacia el circo, al cual en altura ya íbamos cogiéndole suavemente. Y ya si eso, lo suyo sería encontrar el sendero, que al final, aunque poco pisado y aún así con algo de piorno (más bajo y buenecito eso sí), acabamos por encontrar.

Entre el Risco de las Hoces y ya dentro de Lagunillas, se abren dos pequeños circos a cual más precioso y admirable. Pequeñitos, pero coquetos y desde luego, muy desconocidos por lo que se aprecia en la falta de huella, sendero y la cantidad de césped alto que se ha de pisar. Otros dos nuevos lugares que no se me borrarán de la mente.

Y tras coger agua de un arroyo, pillar algo de energías para afrontar la última pero ardua subida, y flipar con la zona en colores, tiramos hacia el cordal por una pedrera que sube por la derecha y que va bordeando el arroyito que forma el deshielo.
Y llegamos, y a lo lejos, también a mano derecha y sobre otro mar de verdes y temerarios piornos aparece salvador el refugio, bastante grande ya visto desde la distancia. Y volver la vista atrás es una delicia reservada para pocos, y siempre siendo observados por el Cervunal o Cabeza Nevada, que ahora está más lejos, pero más cercanos en lo que se refiere a línea de altitud.

Cruzamos el piornal, una valla de piedras bien colocada, y por un sendero más marcado, llegamos al Regajo Alto, donde pasaremos la segunda y última noche. Lo primero, cambiarnos y ponernos ropa seca, decidir dónde dormirá cada uno y demás y algún que otro intento a una hoguera que se frustró por culpa de una mala organización en cuanto al cierre de puertas y ventana, y que por casi nos ahuma dentro… Un desastre, qué podíamos esperar. Al menos los minutejos que se mantuvo encendida, algo se calentó el ambiente, y lo agradecimos todos. Fijaos, qué humareda!

Una cena delicatessen, con unos ricos spaghetti cortesía de Jose y algo de buen picoteo como fue el queso traído por Cel y su rico pan casero hecho por ella misma. Ya quisiera yo haber cenado igual en el Atlas… Y mientras, fuera seguía lloviendo y empezando a gritar en armonía con la noche la tormenta...

Luego, ya de estar en los sacos, un rato de tertulia y charla entretenida y a ver cómo dormimos hoy. Cuando nos quedamos en silencio, me cuelgo los cascos y empiezo a tantear el cansancio, ya muy notable, pero hoy parece que no dormiré tampoco demasiado...



Domingo, 24 de mayo


Solamente llegué a dormir a lo sumo un par de horas. Algo de frío, quizá amainado por la fuerte tormenta, aunque no tanto como esperaba y en general, a excepción del maestro Encordados (menuda envidia verle dormir y oírle roncar), no ha sido nuestra mejor noche. Al menos hemos descansado y estamos fuertes para el descenso.


En el desayuno debatimos la mejor opción: volver a Lagunillas o bajar por el cordal… Por el cordal perderemos altura más lentamente y quizá sea más cómoda la bajada pero hará mucho viento y puede que la niebla nos cubra y desoriente en cualquier momento, mientras que por la cuerda de los Barquillos, volviendo a Lagunillas y al Risco de las Hoces, será algo más abrupta, pero sin tanto riesgo en cuanto al tiempo a emplear y al atmosférico y sin demasiada posibilidad de pérdida.


Nos enfundamos de nuevo los chubasqueros pues más vale prevenir, y bajamos por la misma canalilla que la de subida. Nos encantó volver a bajar por el mismo camino y volver a toparnos con los maravillosos circos enclavados en el Risco de las Hoces.

Ya en la cuerda de los Barquillos, vamos por sendero más abierto y marcado, y se nota la fuerza de las tormentas de la zona cuando pasamos por lo que parecía un cementerio de piornos, todos muertos y tan sólo viéndoles las ramas y los brazos blanquecinos. Como dijo Víctor, también llamado camposanto de ciervos, y con mucha razón pues aquello era más desolador que atrayente.
Llegamos a una pradera de la que surgía un camino empedrado,
y en unos metros de subida, alcanzamos el abatido y viejo Chozo de los Barquillos. Que menudas vistas gasta el tío aún así. Ya quisieran otros…

Tras una obligada parada y no sólo para hacer las fotos de obligación, continuamos descendiendo, ya en pradera y con los piornos en flor con más de mil flores llamativas alrededor nuestro, sin saber cuáles son la mayoría, claro.

Pasamos el Risco Redondo por abajo, mucho más cerquita y grandioso que visto desde la Garganta del Pinar.

Y ya, sin mucha pérdida y mucho tiempo empleado, continuamos por un sendero de vacas, más que evidente por su aspecto e imagino que olor, y llegamos a una pista ancha, que serpenteando en unas curvas largas, que se nos hacen más pesadas porque ya estamos deseando llegar al coche, acaban justo en la indicación que dicta que por ahí se iría hasta Cinco Lagunas o Laguna Grande.

Obviamente, nosotros venimos de allí, y no lo vamos a coger de nuevo. Así que a buen ritmo y ya más que contentos con el resultado obtenido de la ruta, improvisado en todo momento y a última hora por culpa del mal tiempo, llegamos al coche de Jose. Y como no podía ser menos, una vez dentro de éste, ya cambiados y con las botas quitadas, empieza a llover cada vez más fuerte de nuevo. No sé cómo lo hicimos pero el caso, es que nos fuimos librando de todas y de cada una de las tormentazas que nos iban apareciendo a traición. Menuda suerte, nos lo llegan a decir y dudamos si ir o quedarnos en Madrid.


Parada en Hoyos del Espino, cervecitas, platito combinado, y una buena charla que amenice la comida y echarnos unas risas. Comentarios de la ruta, del finde en general, de los sitios visitados y conocidos…

Un pedazo e irrepetible fin de semana, que demuestra que lo peor que puedes hacer si hace mal tiempo y tienes pensado salir a la montaña o donde sea por ello, es que NO TE QUEDES en casa!! Luego seguro lo lamentas…


Y por supuesto, agradecer a Cel que es un encanto, la tía más heavy de todo Soto y de la Pedriza y nos trajo pan del bueno, por querer venirse a conocer un poquito más a este Gredos tan hermoso. A Víctor, por ser un pedazo guía y por esa capacidad de improvisación en todo momento que nos salvó de volver a hacer lo mismo de siempre y nos dejó y dio la oportunidad de dejarnos saborear un poco más el finde que nos quedó redondo y por los comentarios tan cachondos que hace. Y por último y no por ello menos importante, a Jose, otro tío muy grande, simpático como pocos y también un pedazo montañero de los pies a la cabeza, y un grandísimo conductor de paso como demostró en la tormenta eléctrica y de granizo que nos comimos a la vuelta a Madrid.

8 comentarios:

  1. Un reportaje precioso, buenas fotos y buena gente. Gracias a ti tia por dejar constancia de ese estupendo fin de semana en Gredios.
    Un besazo enorme,
    Celia

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  2. Guau, que pasada, me encanta. Reconozco que a mí me pasa algo parecido a la hora de dormir en la montaña, pero solo el primer día.
    Creo que no hay nada mejor que hacerte una rutita larga y cansada para luego difrutar como nadie de una buena cena y un sueño profundo. El chocolate caliente no sabe igual si te lo tomas en el Retiro, que si lo haces en un ambiente frío y después de un dia largo de caminante a través de la montaña.
    Muy bonitas las fotos!

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  3. GREDOS, ES INABARCABLE Y MAGNIFICO. BONITA ACTIVIDAD. SE NOS VA LA NIEVE, PERO AÚN ASI LAS VISITAS A GREDOS SON PLACENTERAS. UN SALUDO.
    Enrique.

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  4. Hay que sentir la montaña en toda su intensidad y compartirla con buenos amigos para entender la esencia de salir aunque llueva, nieve o haga malo. Las vivencias son más intensas.
    Un abrazo.

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  5. Gracias Marta, sobre todo por tu grata compañía, y luego por los comentarios y éste reportaje tan chulo que me ha vuelto a recordar lo bien que lo pasamos.
    Saludos.
    El Picu !

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  6. Vaya pateos que os metéis, pero es que el lugar no es para menos.
    Y esa peazo de gorra AC/DC? jejeje, qué bueno.

    A la nieve en Gredos la quedan 2 días, que pena.

    BSS, Diego.

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  7. Preciosa ruta y estupendas fotos Silence.
    Tengo desde hace muuucho tiempo pendiente la Cuerda de los Barquillos y Las Lagunillas, y alguno otra zona cercana, y despues de ver las fotos me han entrado todavia mas ganas.

    Se ve que lo pasasteis genial a pesar del mal tiempo.
    Ah! y ¿que bien se come en la Bodeguilla, eh? jejejeje

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  8. Anda, así que eres Silence, la de Trotamontes?? Vaya, vaya...
    Bueno, pues no conocía tu blog, pero mira, hasta aquí he ido a llegar.
    No tienes activada la opción de Seguir??? Bueno, intentaré acordarme de entrar de vez en cuando para ver tus andanzas.
    Un saludo.

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