El día 22 regresé a Madrid, después de tres meses en Lanzarote vuelvo a transitar (por corto espacio de tiempo) mi Ciudad favorita.
Parto el día 1 de octubre a La Rioja, al pueblo de Sto. Domingo de la Calzada para iniciar mi labor como hospitalera en el albergue Casa del Santo, dentro del Camino Francés a Santiago.
Tengo ganas de “volar” de nuevo. La isla resultaba ya en cierta forma opresiva. Y más a mí, con mi forma de ser tan activa e inquieta. De momento me gustaría poder disfrutar de la montaña, e intentar escaparme a Gredos será más que necesario o al menos, mínimo un día por la sierra de Guadarrama, que sin ser GreDios, también es una maravilla tenerla tan cerquita.
En este paréntesis tan diferente en la isla me ha dado tiempo a leer libros como El Retrato de Dorian Gray, De Profundis, El Salón de Ámbar, El Traje del Muerto, Otra Vuelta de Tuerca, volver a releer lo menos ya por 4ª vez de nuevo Las Desventuras del Joven Werther, Juan Salvador Gaviota, Ilusiones y aún sigo enamorándome de las catedrales en Las Rosas de Piedra.
He recorrido la isla al menos siete veces completa en coche, y por partes más pequeñas cuando el tiempo no era el suficiente… ¡A saber!
Que estoy predestinada a no realizar nunca submarinismo a pesar de los mil intentos desde los 16 años ya. Que lo único que he practicado ha sido snorkle (como sieeempre), y aquí con mucho más entusiasmo (que en la fría Coruña) ya que era lo único que he podido hacer en el agua, pues los cursos de submarinismo al final no los realicé porque Sergio se fue a Almería y me fastidió el negocio de hacerlo por dos duros en su Dive Center.
He aprendido muchísimas cosas, en diferentes ámbitos de la vida, por si no era suficiente (y nunca suele serlo). He tenido dos puestos de trabajo, que cambié por mejoras laborales, de conserje o guarda nocturna a socorrista-piscinera-camarera. Sí, todo junto queda mejor.
He aprendido también, que sigo siendo y sintiéndome tan libre para decidir y que no me gusta atarme a nadie ni a nada. Que las despedidas –esta vez, fue en un puerto del sur- no siempre son amargas, si no esperas nada más del lugar, y en cierta manera, de la persona, más en la distancia.
Que aquí la “montana” o acantilado más alto tiene 670m, aparente lo que aparente desde abajo, precioso eso sí, y que las fotos desde cumbre siempre serán dominadas por las nubes, vamos, que no verán apenas qué has subido o por dónde. Aunque siempre se verá agua, aunque estés en mitad de la nada y a oscuras. Agua, siempre. Y no siempre será el Mar, se sepa.
Que los mosquitos no te pican, llegan a violarte; y en la playa es mejor no dormir: contar estrellas y olas es mucho más divertido y si es con pies mojados ¡mucho mejor!
Y mejor pensar en verde, y no por la Heineken que aquí seguro está caliente por lo que tardan en servirte, si no por el bellísimo lago verde del Golfo. Daremos gracias a la olivina no siempre oscura de volcán, que el negro ya quema demasiado el paisaje…
Que me encanta conducir pero solamente con el riesgo de quedarme en un momento u otro sin gasolina (si no la emoción desiste), y que me puede pasar hacer noche en una gasolinera al norte de la isla, en la otra punta de mi casa (Playa Blanca, en pleno sur), porque éstas siempre las encontrarás cerradas o directamente, no hay nada más que piedras negras de volcán a tu alrededor.
Que Eva Amaral y Juan Aguirre conocen la existencia de las islas y dieron un concierto (al que no pude ir) en Tenerife.
(Y la –mía- Valencia que levantó los cimientos, ahora también sonreirá aunque sepa que ya no coloreo sus pilares con tanto énfasis)
Y que sea como sea, siempre recordaré con cariño Canarias (volveré pronto y quizá de nuevo para quedarme, sólo que en otra isla, lo sé) y Lanzarote, por supuesto. Y gracias a los compis, a mi primo por permitir que una okupa sin rastas ni cresta se quede con él y por compartir tantas cosas en común, y a los “más que amigos” que lo han hecho posible de manera tan querida.
He entrado a la impresionante Cueva de los Verdes y he visto los cangrejos albinos únicos del mundo en los Jameos del Agua. Me he negado a pagar, aún siendo precio estúpido de residente canaria (4€ como mucho), en el único Parque Nacional que te cobra entrada: el Timanfaya, que ya desde el propio término del Parque y desde sus dos carreteras, se ve bastante bien y me hago una idea de su curioso (más no puedo decir bonito) paisaje, tan desolador, cual paraje lunar en ruinas pedregosas negras.
He visto simulacros de erupciones volcánicas, conocido a gente que trabaja estudiando los mismos volcanes, a canarios pocos y a muchos peninsulares con muchas ganas de fiesta, a pesar de ser una isla tan tranquila...
Qué estrés tenemos los que habitamos el continente a comparación. Y qué desesperante era el tener que esperar más de una, más de dos y hasta más de tres semanas para conseguir papeles de residencia, de empadronamiento, de contratos, de la ETT… Todo aquí es una eterna temporada estival, no sólo por motivos del tiempo atmosférico.
Qué estrés tenemos los que habitamos el continente a comparación. Y qué desesperante era el tener que esperar más de una, más de dos y hasta más de tres semanas para conseguir papeles de residencia, de empadronamiento, de contratos, de la ETT… Todo aquí es una eterna temporada estival, no sólo por motivos del tiempo atmosférico.
Que estoy predestinada a no realizar nunca submarinismo a pesar de los mil intentos desde los 16 años ya. Que lo único que he practicado ha sido snorkle (como sieeempre), y aquí con mucho más entusiasmo (que en la fría Coruña) ya que era lo único que he podido hacer en el agua, pues los cursos de submarinismo al final no los realicé porque Sergio se fue a Almería y me fastidió el negocio de hacerlo por dos duros en su Dive Center.
He aprendido muchísimas cosas, en diferentes ámbitos de la vida, por si no era suficiente (y nunca suele serlo). He tenido dos puestos de trabajo, que cambié por mejoras laborales, de conserje o guarda nocturna a socorrista-piscinera-camarera. Sí, todo junto queda mejor.
He aprendido también, que sigo siendo y sintiéndome tan libre para decidir y que no me gusta atarme a nadie ni a nada. Que las despedidas –esta vez, fue en un puerto del sur- no siempre son amargas, si no esperas nada más del lugar, y en cierta manera, de la persona, más en la distancia.
Que la amistad aquí existe detrás de unas cervezas con limón y unos chupitos con hielo. Que el Arehucas no es mal ron a pesar de parecer el único de la isla.
Que aquí no se fía porque con la amistad no se juega, y con los coches de matrícula de GC menos (en nuestro coche por suerte eso ya no aparecía y es que me debería dedicar a ser chófer profesional. Qué calidad en el compromiso tengo… Y a veces, hasta a la fuerza).
Que aquí la “montana” o acantilado más alto tiene 670m, aparente lo que aparente desde abajo, precioso eso sí, y que las fotos desde cumbre siempre serán dominadas por las nubes, vamos, que no verán apenas qué has subido o por dónde. Aunque siempre se verá agua, aunque estés en mitad de la nada y a oscuras. Agua, siempre. Y no siempre será el Mar, se sepa.
Los barcos abandonados siempre tienen su peligro, más si están en la superficie del agua desde los años 80, y aunque seas buena nadadora y te toque salvar en dos ocasiones al perro del vecino (el mismo del chalete, sí) es mejor no meterse en zona donde no todos llegan. Y si tu chico te tienta, tampoco es bueno moverse de la playa y las rocas porque después también te tocará salvarle a él… (y ahora no me río, vale? Fuerteventura queda lejos y no me oirás). Es que me tomé mi puesto de socorrista muy en serio, sólo es eso.
Y mejor pensar en verde, y no por la Heineken que aquí seguro está caliente por lo que tardan en servirte, si no por el bellísimo lago verde del Golfo. Daremos gracias a la olivina no siempre oscura de volcán, que el negro ya quema demasiado el paisaje…
Que me encanta conducir pero solamente con el riesgo de quedarme en un momento u otro sin gasolina (si no la emoción desiste), y que me puede pasar hacer noche en una gasolinera al norte de la isla, en la otra punta de mi casa (Playa Blanca, en pleno sur), porque éstas siempre las encontrarás cerradas o directamente, no hay nada más que piedras negras de volcán a tu alrededor.
Que la escalada SÍ existe en la isla, y tonta de mí, pero me enteré muy tarde para darle a la roca, y que al rocódromo tampoco podía entrar porque no estoy federada y encima te cobraban 5 eurazos. Así que ni siquiera a la falsa piedra pude acercarme.
Que Eva Amaral y Juan Aguirre conocen la existencia de las islas y dieron un concierto (al que no pude ir) en Tenerife.
Que siempre tendré canciones que no podré escuchar en ciertos momentos aunque me empeñe en hacerlo. Que un tal Pit Bull o algo así ha sido el éxito del verano, al menos siempre estaba haciéndonos “bailar” en los bares y garitos.
Que la música en directo y en vivo te acerca a los músicos de rock. Y qué músicos… (sin celos Bibiana, que también a ti te nombro, y a tu Italia natal también)
Y bueno, que todo esto quizá no sean más que vivencias de un verano mágico (e independiente como aquel inglés y encantador) en el que todo lo que he añorado aparte de Madrid y a mi gente de allí (de siempre, de montaña, y por supuesto familiares y demás), es a esos veranos pasados siempre junto al Mar Mediterráneo, y que aunque ahora me dé por cambiar los mares por océanos y el centro por norte o sur, todo tiene un punto de inicio y un final, y no es otro que en definitiva, el Mar azul.
(Y la –mía- Valencia que levantó los cimientos, ahora también sonreirá aunque sepa que ya no coloreo sus pilares con tanto énfasis)
Y que sea como sea, siempre recordaré con cariño Canarias (volveré pronto y quizá de nuevo para quedarme, sólo que en otra isla, lo sé) y Lanzarote, por supuesto. Y gracias a los compis, a mi primo por permitir que una okupa sin rastas ni cresta se quede con él y por compartir tantas cosas en común, y a los “más que amigos” que lo han hecho posible de manera tan querida.
Hasta siempre, Lanzarote.
Bienvenida!!! tanto tiempo en la isla te habra entumecido las piernas...como bien dices; aqui tenemos Guadarrama y como no, gredos esperandote.
ResponderEliminarSaludos
Hola Ire!
ResponderEliminarEres toda una aventurera.
Te deseo la mejor suerte en tus andanzas y que sigas compartiendolas con nosotros, con esa increible capacidad con la que utilizas las palabras para conectarnos con tus vivencias.
Quien sabe, a lo mejor coincidimos algun dia en algun camino.
Por cierto, me ha hecho mucha ilusión ver que ese barco al que yo también fotografié y admiré durante horas, sigue ahi...
Un abrazo
Bueno, pues ahora a disfrutar de tierra firme sin estar rodeada de mar por todas partes.
ResponderEliminarCuantas cosas para saborear y disfrutar te está ofreciendo la vida.
Que te vaya muy bien por Santo Domingo.
Un abrazo.
Ostras! pero como no vi tu entrada! supongo que ultimamente he estado liada y apenas he entrado en el blog, más que para aprobar comentarios...
ResponderEliminarPreciosa narración de tu estancia en la isla, me ha encantado. A pesar de lo opresiva que te haya podido resultar al final, me parece que la has aprovechado al máximo.
Ahora mismo me estás dando muchísima envidia!
Besos! ;P